Una
preciosa y fría tarde de otoño, una mamá pajarita y un papá pajarito se
disponían a dormir a sus dos pichones bajo sus plumas calentitas, cuando todos
escucharon a otro pajarito pequeño piando desesperad-amente, de hambre y de frío
El
más listo de los pichoncitos se acurrucó con su mamá mientras le decía:
¿Quién es ese que chilla tanto, mamá? Parece
que no tiene nido como nosotros – preguntó el mayor y más fuerte de los hijitos
Sí,
– dijo el papá – se trata de un pajarito que se cayó del nido y está muy
debilito y frío. Yo lo vi esta tarde cuando les traía comida a ustedes
¿Qué podemos hacer por él? – preguntó la mamá
a su familia, y agregó: – Le podríamos dar albergue y comida, si pudiéramos
subirlo hasta acá
No,
mamá. ¡Déjalo ahí donde está! – dijo el pajarito más listo y fuerte – que si le
das comida va a querer comérsela toda, y lo traes para acá arriba, él va a
querer arrimarse a ti para estar más calentito. Entonces, ¿dónde podré ponerme
yo? ¿Eh?
Sí, mamá; yo quiero que se calle, así es que
baja tú y dale algo de comer, pero no lo traigas para acá, que este nido es muy
pequeño y no cabe nadie más
El
papá pajarito, que escuchaba estas dos opiniones, de modo muy dulce se dirigió
a sus dos hijos y les habló así, de esta forma que voy a contarles:
Hijitos
queridos: ese pajarito perdió a sus padres y tiene hambre. Su nido fue
destruido por un señor muy malo que no se dio cuenta que él había quedado vivo.
Aquí vosotros estáis bien alimentados y calentitos. Yo puedo ir a buscar al
niño bueno que es mi amigo y que vive en aquella casa y puedo también hacerle
comprender que tome al pajarito suavemente y lo suba hasta nuestro nido. Así lo
podremos alimentar y darle calor
Eso
mismo pienso yo- dijo la mamá
Entonces,
si están de acuerdo ustedes dos, que son los que mandan, por ser la mamá y el
papá, ¿por qué no lo han traído ya? – dijo el pajarito más listo
Porque yo quería que todos estuviéramos
convencidos de la decisión que podríamos tomar. Debemos proteger a esa criatura
que tiene frío y si viene para acá con nosotros, ¿no se dan cuenta que vamos a
estar más apretaditos, y por tanto, tendremos mayor calor?
¿Y habrá comida para los tres? ¿para mi hermano, para el otro pajarito y para
mí? – preguntó el más pequeño de los hijitos
¡Claro que sí, mis tesoros! Habrá comida y
calor para todos y seremos más felices por haber aliviado a una criatura que no
tiene a nadie en este mundo
Y,
diciendo esto, la mamá pajarita, llena de ternura, dio sendos besos a sus hijos
y otro a su esposo, quien, inmediatamente voló hacia la casa de su niño amigo,
dando por hecho que sus hijos estaban convencidos del bien que harían, mientras
seguían escuchando los gritos de su futuro huésped, cada vez más débiles
Y
cuentan que al día siguiente amanecieron todos, los tres pequeños pajaritos y
sus padres, muy acurrucados en el centro del nido, llenos aún de la cena de la
noche anterior y con caras de felicidad. Todavía quedaba espacio en el nido
No hay comentarios:
Publicar un comentario